lunes, 5 de abril de 2010

La auto-estima del maltrato


- Nadie me quiere.


Me confesaron sus cuarenta y cinco años empapados en Ginebra tras pedirme que la llevase "a Vallecas a recibir otra hostia" (palabras textuales). Tenía ganas de contar su historia y yo de escucharla, de modo que empleamos el largo trayecto en saciar nuestras apetencias.


- Me ha roto la mandíbula, ¿sabes? Pero yo voy de nuevo a verle. Dice que me quiere y además me pone muchisimo, pero hoy solo voy a tomar una copa con él. No se merece más.


- Si te pega no se merece ni eso.


- Dice que no soporta que beba, que tengo un problema con el alcohol.


- Puede ser, pero los problemas no se solucionan a hostias, y no entiendo como puede quererte alguien que te rompe la mandíbula.


- No lo entiendo ni yo... Mira, cuando mi gente se enteró de que estaba liada con el me llamaron loca; ¿Que haces tú liada con ese paleto?, me decían. Soy Doctora en sociología, funcionaria del grupo A, tengo cuarenta y cinco años y ni un gramo de celulitis, ni una estría, la tripa planiiiiiiiiiita, planiiiiiiiiita porqué no he parido, las tetas en su...


- Vale, vale, ya lo pillo... Entonces lo tienes fácil; separaté.


- ¿Para qué? Si mi marido no me da problemas. Solo me llama para pedirme dinero. En veinte años de matrimonio no me ha dado ni un orgasmo. Él tampoco me quiere, ni yo a él, no te jode. Nos casamos porque si, porque tocaba. Es un hombre culto, con carrera, pero creo que es gay o algo así. En la noche de bodas le tuve que preguntar si no quería hacer el amor y me dijo que si a mi me apetecía... no te jode.


- Creo que tienes imán para los capullos.


- Si, yo también lo creo. Yo lo que quiero es un tío como mi hermano Alfredo. El otro día me presentó a su novia. Por fin ha aprobado las oposiciones a Notario en Santander y van a casarse
el año que viene. La tía es un coco, fea como el demonio, blancucha, gorda... que dije yo; esta no pega con Alfredito... Pero encima va la jodia y me dice que tiene esclerosis múltiples, fotofobia, y nosequé en los ojos que casi no ve. Pues ahí le tienes mirándola como si no existiese nada más en el mundo... Con el marrón que se le viene encima. Y de vuelta a Madrid en el tren venga a llorar y llorar, pero no por el marrón de Alfredito no, porque el es feliz, lloraba porque teniendo todas las papeletas de la tómbola no me toca nada bueno, y digo yo que será por algo, porque cuando todos los alumnos de una clase suspenden el problema es el profesor, y porque, porque... soy una mierda.


Con todo aquel arranque de sinceridad no se dio cuenta de que habíamos llegado a su destino casi en el momento de la noche de bodas asexual.


- Creo que no deberías ir con ese tipo. ¿Estas segura de que quieres bajarte aquí?


- Si, no te preocupes por mi. Tengo lo que merezco. Quédate con el cambio.