miércoles, 10 de febrero de 2010

Un sueño impresionante




Asistí al recital de danza que ofrecía la escuela en la que baila mi hija con las ganas justas para no decepcionarla. Era viernes por la tarde y llevaba ya los párpados llenos de sueño acumulado.

Nunca le he encontrado el sentido a la danza, así que los que me conocen no se extrañarán de pasara lo que pasó.


En cuanto tomamos asiento en una de las butacas más alejadas de la platea, Vivaldi comenzó a deleitar nuestros oídos con sus cuatro estaciones, y entre el calorcito del teatro, el peso de mis párpados y un tema tan relajante... Me dormí.


Ese tema siempre me hace recordar las clase de música de mi infancia, en las que un profesor muy hippie nos instaba cerrar los ojos y transportarnos a un campo primaveral lleno de flores y mariposas (que yo visualizaba como un cuadro impresionista) y en las que yo casi siempre acababa igual; dormido.

Así que allí que me plantó Morfeo, en ese entorno tan bucólico y pastoril de mi infancia, pero con veinte años más en la mochila.

Respiré hondo llenando mis pulmones de la positividad que emanaba todo aquello y descubrí que al hacerlo, los puntitos de colores que formaban el paisaje creaban remolinos ascendentes que se introducían por mi nariz coloreandome del mismo modo que todo lo demás.
Como es lógico, me asusté e intenté no respirar (me gusta parecer normal, incluso en sueños), y como es lógico no pude hacerlo. Así que me relajé de nuevo con la música y dejé que el impresionismo me llevara a su terreno.

Al finalizar el proceso de "impresionización" (???), todo lo allí presente me acogió como parte de sí. Los pajaros revoloteaban entorno a mí, las flores polinizaban mis tobillos y hasta un nutrido grupo de mariposas me invitó a bailar con ellas.

Acepté gustosamente impresionado ( jiji ) por su excelso colorido, y comencé a seguirlas en una estúpida danza (nunca habría efectuado tales movimientos en estado de vigilia) que hasta a mí me hacía dudar de mi sexualidad, cuando repente... Unos gritos guturales llamaron mi atención al otro lado de cuadro.


Un taxi cubista con un palillo sujeto a la rejilla delantera que hacía las veces de boca me gritaba:


- ¡¡Afrancesaooooo!! ¿No te da vergüenza? ¡¡A tus años y con esas mariconás!!


No daba crédito a lo que veían mis impresionados (jiji) ojos, pero no podía dejar de bailar, no quería dejar de hacerlo.


- ¡¡No quiero dejar de bailar con las mariposa, taxi cubista del demonio!! - Le espeté lo más alto que pude.

Pero de mi boca solo salían letras de colores (y todos sabemos que los taxis cubistas no saben leer). Así que decidí gritar mas fuerte, y repetí la frase tantas veces como pude, hasta que unas atroces sacudidas me hicieron salir del sueño.


Al abrir los ojos me encontré la cara de mi hija cubierta de un rubor espectacular, rodeada de un teatro en total silencio lleno de gente mirándome con gesto impresionado (jiji).


Joder con las mariposas...

jueves, 4 de febrero de 2010

Acentos fríos


- Ya no me aportas nada bueno.- Dijo ella indolente.
Y la frase acuchilló los lacrimales de Quino (que así tenía cara de llamarse) haciéndolos proyectar un profuso chorro de lágrimas contra los cristales de sus gafas de pasta.
Tenía cara de niño, el rostro sonrosado por el frió y el disgusto, y ahora además dos torrentes lacrimosos surcaban sendos carrillotes haciéndole un flaco favor a su hombría.
Comenzó a sollozar, y mientras lo hacía, la gélida mirada de Rosa (que así tenía cara de llamarse también), o el frió que entró por la puerta abierta, o la comunión entre ambos, nos hizo estremecer visiblemente a los dos.
- Te pido perdón... - Dijo Quino con un acento que, haciendo gala de otra de mis estúpidas costumbres, no supe si adjudicar al oriente de Gálicia o al occidente de Asturias. En fin, cada uno se entretiene como quiere, yo reconozco acentos, otros cuentan farolas...
"Te pido perdón" decía, pero esta vez el portazo no sonó como un signo de interrogación.
No. Sonó mas como un: "ZAS, en tóa la boca".
Esta era la primera ruptura que tenía lugar en mi taxi y no supe como reaccionar.
-¿Gallego oriental o asturiano occidental? - Dije apartando con los ojos la escarcha del retrovisor.
- ¿¿Como??
- Verás, ya se que suena raro, pero es que tengo una extraña afición por los acentos y el tuyo no logro identificarlo del todo.
- Pues ni una cosa ni la otra. - dijo mientras cojía el kleenex que le ofrecía.
- Decididamente gallego oriental. Por tu respuesta ambigua y eso.
Sonrió. Y mientras depositaba en el pañuelo todos los fluidos melancólicos de su cara, me confesó que sus padres eran gallegos y que nunca lo tomaron en cuenta y que Rosa, con quien había vivido los últimos años era asturiana y que de ahí el acento raro y que como, por lo visto no encajaba ni en un sitio ni en el otro, pues que a partir de ahora iba a ser el mas madrileño del mundo que es lo que siempre quiso ser y que cada uno es de donde le sale de...
-... Y que coño!! Llevame a algún antro de La Latina que me voy a agarrar un pedo del quince.
- Muy castizo, si señor.
Creo que al final de la noche ya decía "ejque" en lugar de "es que"... Pero no me hagáis mucho caso, pierdo la capacidad de concentración a la sexta cerveza.