domingo, 29 de marzo de 2009

La prostitución de las palabras



Una vez escuche a un hombre sabio decir que las palabras se prostituyen cuando se usan mucho o mal y pierden su significado original para pasar a tener el que algunos quieren que tengan. La palabra PATRIOTA por ejemplo. En esencia, define a un personaje preocupado por las gentes que comparten su nacionalidad, sus costumbres, su idiosincrasia, capaz de dar la vida por el bien común si fuese menester; en definitiva un altruista. Loable ¿verdad?. Pues por extraño que pueda parecer, mi cortex cerebral procesa esta palabra como algo negativo, apoyando su tesis con fotografías en blanco y negro de señores bajitos, con bigotillo y el brazo en alto.

Otro de los conceptos que me genera sentimientos contradictorios es el de TAXISTA. Al contrario que la anterior esta es una palabra que solo define una profesión, no una actitud ante la vida. Teniendo en cuenta este dato no cabrían contradicciones, ya que un TAXISTA es el que conduce un TAXI. Pero ete aquí la problematica, como en todas las creaciones del creador (valga la repugnancia) hay dos tipos de taxistas; L@s buen@s y l@s mal@s.

L@s buen@s, son juicios@s (no le montan un poyo al cliente por ir cerca), solidari@s, corret@s con la clientela, honrad@s (saben que no es necesario pasar por Albacete para ir a Sol), etc... y l@s mal@s, todo lo contrario.

Os seré franco (perdón)... sincero, a mi en ocasiones me avergüenza decir a que me dedico, la gente (como norma general) tiene asumida como cierta la variante prostituida del termino, de modo que cuando digo que soy TAXISTA suelo escuchar frasecitas como: "uff menudas vueltas le darás a los guiris" o "pues a mi prima una vez la cobraron 10 euros por cada maleta".
Soy contrario a la prostitución (de las palabras, las señoras y señores que hagan lo que gusten con su cuerpo), de modo que exijo la inmediata recuperación del termino TAXISTA, para el bando al que siempre debió pertenecer, el de l@s buen@s, porque si alguien lo merece somos nosotr@s, porque si alguien puede hacer gala de el, somos nosotr@s, porque merecemos poder decir "SOY TAXISTA" y no " si... bueno... conduzco un taxi...pero..." porque, en definitiva, si alguien merece llevar ese nombre con orgullo, somos los que hacemos bien nuestro trabajo y no los demás. He dicho.

viernes, 20 de marzo de 2009

freeoftele

Cuelgo la versión completa (por cortesia de Saturnino)





Aquí tenéis la primera incursión televisiva del Freeofcope taxi clú (sin contar las del comandante Simpulso).
En momentos como este, es en los que mas orgulloso me siento de haber dado vida(siempre con vuestra ayuda) a este clú. Un lugar para todos aquellos que no quieren llevar la rancia etiqueta de taxista con palillo, un lugar en el que cabe cualquiera que respete la libertad de opción y opinión de los demás, en definitiva, un lugar de buenas personas.
En este clú, creemos (al contrario que el pápa) que un preservativo en África, lejos de ser perjudicial, puede salvar muchas vidas. Creemos (al contrario que Vidal y Losantos)en la veracidad informativa y en el uso de las letras para el enriquecimiento cultural propio y ajeno y no en ellas como arma de destrucción masiva.
Desde el freeofcope taxi clú, agradecemos a la Sexta el trampolín mediatico, a Thais Villa y su equipo, su cercania y profesionalidad y a todos los nuevos lectores su interés (bienaventurados los curiosos porque de ellos es la sabiduría).

Por cierto, esos otros dos señores tan apuestos que salen el el reportaje, son Manu http://eltaxien35milimetros.blogspot.com/ licenciado en cinematografía taxial y Santi http://montandoalavida.blogspot.com/ taxibloger experto en sabanas de seda y noches de vino y rosas, ambos activistas de las brigadas freeofcope con blogs anteriores al mio.
Gracias a todos por estar ahí, en especial a ti Simpul que siempre me das caña para dar un paso mas.

lunes, 9 de marzo de 2009

Echale pelotas y se feliz




Esta es una historia ficticia. En estos tiempos difíciles, reunimos al taxista mas viejo con el mas nuevo.


Gestoría Merino. Mario Martinez a diez minutos de firmar la compra de su licencia. T-4 José Mascaró 51 años como taxista.


Hola Mario, me llamo José Mascaró y tengo 71 años. Soy un suertudo. Suerte por haber comprado un taxi cuando eran baratos, no como tú. Por poder abrazar a mi mujer (tu tendrás que regalarla una foto a tamaño natural), por haber conocido a mis amigos ( de los de fuera del gremio olvidate), por haberme despedido de ellos (a ti no creo que te de tiempo). Por seguir aquí.


Te preguntaras cual es la razón de venir a conocerte hoy, es que muchos te dirán que a quien se le ocurre comprar en los tiempos que corren, que hay crisis, que la gente no coge taxis... Ya! no es para tanto. Yo viví momentos peores que este, peor al final, de lo único que te acuerdas es de las cosas buenas.


No te entretengas las paradas que las hay, y vete a buscar clientes, que es lo mas rentable y la jornada de catorce horas pasa muy deprisa. He sido taxista durante cincuentaiun años y te aseguro que lo que menos te va a gustar de esta vida es que es demasiado corta para pagar todo lo que debes. Echale pelotas y se feliz.



lunes, 2 de marzo de 2009

Me enamoré de un rio


Hay momentos en que uno necesita hacer un alto en el camino, reflexionar sobre las cosas que te afligen, y hacer examen de conciencia.Normalmente, todos tenemos un sito especial para estos menesteres, pero yo no lo tenia. Hasta hace unos días.
Acababa de dar por finalizado uno de esos servicios, que nos alegran la vida a los taxista, si uno de esos que te sacan del mundanal ruido, para llevarte a ese extraño mundo en el que el verde esta presente en todo, menos en los semáforos, uno de esos lugares tan lejanos que obligan a tu taxímetro a expresarse en cifras inéditas.
En cualquier otro momento, un regalo del destino como este, me habría hecho estallar de jubilo, pero ese día me sentía triste, necesitaba evadirme.
A las afueras del pueblo en cuestión, ya en la carretera comarcal que me llevaría de vuelta a la, mas agobiante que nunca ciudad, la madre naturaleza toco el timbre de mi vejiga providencialmente, junto a un camino de tierra. De modo que lo tomé, y descendí por el hasta llagar a la orilla de un pequeño río.
Bajé del taxi, hice lo que tenia que hacer, y me dispuse, inmerso en mis grises pensamientos, a volver por donde había venido.
Pero no pude. Me detuve un segundo para admirar el paisaje y decidí caminar un poco.
Lo hice por las ruinas de un pequeño puente de piedra, que daba acceso a una pequeña finca en la misma orilla del río. No estaba vallada, de modo que decidí entrar. Era evidente que estaba abandonada, una cabaña de madera, una enorme mesa de piedra, una alberca... me senté a fumar un cigarro y decidí que dejaría un trocíto de mí en aquel lugar, y que retrasaría a buscarlo cada vez que me sintiera mal.
Creo que le estaré eternamente agradecido a mi ínfima vejiga, por obligarme a parar el taxi en medio de ese paraje.