lunes, 27 de abril de 2009
De héroes y villanos
lunes, 20 de abril de 2009
Más o menos validos

Tenía los ojos y el pelo claro y un acento andaluz del norte de Europa que me resulto bastante gracioso.

Juzgar por vosotros mismos, pero a mí toda esta historia me hizo sentir mucho menos valido.
lunes, 13 de abril de 2009
El habito no hace al monje
Diezmadas las filas de mi pequeño ejército familiar a causa de un virus (no el de la crisis, que también), decidimos cambiar nuestros delirios de sol y playa gaditanos por las nubes y el asfalto de Madrid. Osea que nos quedamos en casa por Semana Santa consumiendo con esmero toda la producción de celulosa de un mes de la firma Cleenex.
Es curioso el protocolo de actuación de los virus en el entorno familiar ya que van atacando a sus miembros de manera escalonada, de modo que cuando el primero comienza a mejorar, cae el segundo y así sucesivamente hasta llegar al último; momento este en el cual, si se mantiene una convivencia prolongada entre los miembros convalecientes y los afectados por el virus, caben muchas posibilidades de que dé comienzo una nueva vuelta.
Pues bien, el Sábado la Pandemia nos concedió una tregua, momento que aprovechamos para hacer algo de turismo urbano (por aquello de respirar un aire menos viciado que el de casa) y nos dispusimos a visitar el Palacio Real.
Terminada la visita y con el cuarto miembro de la tropa ya en estado febril, nos vimos atrapados por una turba de "guiris" curiosos que esperaban el inminente paso de una procesión. Ante la imposibilidad de continuar nuestro camino de regreso a casa (y de aplacar la curiosidad de mi pequeña), nos quedamos a presenciar el "Santo espectáculo".
Como por arte de magia, y escoltados por los Alabarderos Reales, un sinfín de personajes como salidos de una maquina del tiempo se materializaron ante nuestros ojos: Beatas de luto con mantilla, Cofrades mayores con su capa y todo, KKKpuchinos haciendo redoblar tambores... todo muy tradicional.
De pronto algo extraño llego a mis dañadas papilas olfativas. Durante una pausa en la que los capuchinos tamborileros quedaron parados frente a nosotros (estábamos en primera fila), detecte un embriagador perfume femenino procedente del más cercano. Extrañado presté mas atención a aquel habito puntiagudo que tamborileaba frenéticamente ante mí y cual fue mi sorpresa cuando advertí que unos preciosos ojos negros me observaban divertidos a través de unos pequeños orificios practicados en aquel cucurucho morado.
Sorprendido, bajé la vista hacia el holgado habito negro para descubrir no sin estupor, ¡ Dos prominentes bultos a la altura del pecho!.
Sacudí la cabeza aturdido, di un paso atrás para ver aquella contradictoria figura con mayor perspectiva y descubrí que el cordón morado (a juego con la caperuza, que todos llevaban a la cintura) marcaba el talle de la susodicha de un modo evidentemente femenino.
- ¡¡ COÑO, SI ES UNA TIA!! -dije demasiado alto justo en el momento en que los tambores daban un respiro a nuestros timpanos.
Las miradas inquisitivas del resto de los procesionantes y el codazo en las costillas que me propino mi febril esposa me hicieron tomar conciencia de lo desafortunado del comentario. No obstante cuando mire de nuevo a sus ojos note que sonreían y tras desaparecer uno de ellos en un guiño, desapareció toda ella envuelta de nuevo por el redoble de los tambores.
llamame enfermo, pero desde entonces la enfermera de estrecha bata blanca que vivía en mis sueños húmedos ha pasado a mejor vida.
jueves, 2 de abril de 2009
La pena máxima
Te miras al espejo y las cuarenta arrugas (una por año) que circundan tus ojos se burlan de tu juventud entregada a un propósito que no era el tuyo.
- "Lo hice lo mejor que pude"- Te dices, y no te engañas.
Te lavas, te vistes (otra vez te caben esos vaqueros tan chulos), te aplicas la crema anti-edad y sonríes con ironía cuando lees la etiqueta (si pudieras aplicarla también en el D.N.I...). Te sientes guapa. Estas guapa.
- "El D.N.I. es un mentiroso" - Te mientes.
Sabes que no lo es porque has vivido mucho desde que aquella adolescente que ahora sientes viva de nuevo, regalara (a golpe de pena máxima) los próximo cien años a su príncipe azul. Pero ahora son tuyos de nuevo, los cien que pasaron y los cien que vendrán.
Estas satisfecha aunque los oyes llorar cada día en un rincón de tu alma. Sabes que te lo debes, que te lo deben. Por eso le rompiste la boca a la puta Cenicienta y subiste a la moto del primer ángel del infierno veinte años más joven que tu sin pensar mucho en ello.
Tras miles de sueños sin realizar, tras miles de pañales manchados de tú juventud, tras miles de kilos de amor vertidos en esas cuatro paredes, sobre esas cuatro almas, te das cuenta de que no te arrepientes de nada.
- "Ellos ya viven por si solos, ahora me toca a mí." - Te dices, pero no te lo crees.